José Rico Cejudo (Sevilla, 1.864 –
Sevilla, 1.939), pintor costumbrista. Nació en el número 22 de la calle San
Pablo el 27 de marzo de 1864, bautizado en la iglesia parroquial de Santa María
Magdalena como Murillo y Gonzalo Bilbao. Su padre fue un modesto fabricante de
sillas. Casi siendo un niño ingresó en la Escuela Provincial de Bellas Artes de
Sevilla, formándose con los pintores Eduardo Cano, José García Ramos y Manuel
Wessel.
En 1.887, siendo todavía alumno de la
Escuela, ganó su primer premio en metálico, otorgado por el conde de Casa
Galindo, por su cuadro “El niño de la paloma”. Al año siguiente, en 1.888,
viajó hasta Roma con una beca que le concedió el Ayuntamiento sevillano, ganada
en reñidas oposiciones, para la Academia Española de Roma, permaneciendo en
Italia hasta 1.895, visitando Florencia, Venecia, Nápoles, Pisa y otras
ciudades, en donde se nutre de las inmortales obras de los geniales maestros
italianos.
A propuesta del embajador de España en
Roma, el Gobierno español lo ingresó en la Orden de Isabel la Católica: “En
atención a sus relevantes méritos artísticos”. Durante los años que Rico Cejudo estuvo
pensionado en Italia, mantuvo el compromiso con el Ayuntamiento de Sevilla de
ir enviando varias obras al año, como agradecimiento por la concesión de la
beca recibida.
Las pinturas italianas que Rico Cejudo
entregó al Ayuntamiento sevillano fueron “Una
pompeyana” (1.889), “Estudio de
desnudo masculino” (1.889) y “La
bendición Pascual en Roma” (1.893), que son obras que reflejan los
estupendos recursos adquiridos en Italia, con un dibujo vigoroso y firme, y un
sentido del color de fuertes tonalidades y composiciones equilibradas.
En 1.895 regresó a Sevilla, ciudad en la
que vivió el resto de su vida, siendo nombrado académico de la Real Academia de
Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, dedicándose también, desde 1.897, a la
docencia, impartiendo clases de dibujo en academias preparatorias de
ingeniería, arquitectura y militar.
En 1.905 comenzó a impartir clases de
colorido y de composición decorativa como ayudante en la Escuela de Artes e
Industrias, que es como se llamaron a partir de 1.900 las Escuelas de Bellas
Artes, con el “fabuloso” sueldo anual de cuatro mil reales.
En la mayor parte de su producción posterior
se observa un descenso en la creatividad, con asuntos de fácil venta y escasa
originalidad, siguiendo la estela de prototipos de Gonzalo Bilbao y García
Ramos, mezclando el realismo luminista del primero con el casticismo del
segundo.
Su pintura giró en torno a la temática
costumbrista, con escenas protagonizadas por muchachas en patios y jardines,
como los cuadros “Conversación en el patio” y “Las floristas en el parque de María Luisa” (hacia 1.920), colgados
en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, o de ambientes domésticos: “Limpiando el cobre” (1.923). José Rico Cejudo también fue un notable
ilustrador, escritor de novelas cortas, autor de artículos eruditos sobre
arqueología y arte en los diarios sevillanos, y hasta cantaor de flamenco.
También practicó el retrato, como el
cuadro “Retrato de don Pedro Ruiz Prieto”
(1.924), expuesto en la Diputación Provincial de Sevilla, y el paisaje,
manteniendo a lo largo de su vida contacto y amistad con el círculo
paisajístico de Alcalá de Guadaira (Sevilla).
Su enternecedor cuadro “La Promesa” (1.906), pintada tras un
viaje a Italia, se considera una de sus mejores obras, hallándose también en la
Diputación Provincial de Sevilla.
A Rico Cejudo le dio mucho renombre su
cartel de las fiestas primaverales del año 1.916, en donde se puede apreciar,
en su vivir trashumante, una tribu de gitanos festeros.
Ya jubilado, y en plena contienda civil,
decidió permanecer en Madrid hasta 1939 en que regresa a Sevilla enfermo,
arruinado y olvidado de casi todos. Meses después el 25 de octubre de 1939
fallece a los 75 años.
No hay comentarios :
Publicar un comentario